Qué hay detrás ideológicamente de la Ley de mejora de la
cal(am)idad educativa (LOMCE).
Al margen del debate sobre todos los cambios que introduce la LOMCE, lo más importante no es el detalle sino la
globalidad. El detalle es consecuencia de esa globalidad que encierra un
determinado modelo ideológico, la modernización conservadora fruto de un
conjunto de diversas ideologías. Y hace que la LOMCE tenga una determinada
forma de ver la realidad social y la educación.
Antes de
comentar los rasgos definitorios de ese modelo ideológico es necesario decir
que cuando menudean tantas datos como: encuestas, los informes, muchos (a veces mayoría y a veces otros) de los
países, etc., acostumbran a ir
acompañadas de un diagnóstico que asevera que todo eso es cierto. Y el
diagnóstico es elemental y partidista. No es suficiente manejar algunas
encuestas e informes. Parece que viene a
decir: La generalización de lo que yo
pienso es únicamente achacable a la prepotencia y al desprecio de todo aquel
que no piensa como yo.
Esa falta de
rigurosidad es una de las características más notables de las propuestas de la
Ley. Utiliza datos e informes para introducirse en una determinada forma de ver
la enseñanza de este país y condicionarla durante algunos años.
En la Ley aparece
una visión conservadora de un contexto cierto e igual para todos y un
currículum único o cerrado que lógicamente lleva una propuesta como: Pruebas,
repetición, autoridad, olvido de las artes, itinerarios, desconfianza en el
profesorado, el conocimiento que sirve únicamente para la empleabilidad, etc.
Es una gran
miopía pensar que haciendo de la escuela otra vez un cuartel, los soldados se
volverán disciplinados. No se quieren enterar de que es posible que las
estructuras actuales de la organización educativa no sean las adecuadas
(horarios, paredes, departamentos, tutorías, cargos…) y que en lugar de
reforzarlas a imagen y semejanza del pasado (materias instrumentales,
segregaciones, reválidas…), basándose en la autoridad y el esfuerzo, debería
plantearse un cambio paulatino de estas estructuras para construir la escuela
del futuro (de esa sociedad del conocimiento). Su ideología se lo impide.
Lo peor de esta
Ley es que no construye la escuela del futuro, sino que recupera la mala
escuela del pasado. Lo que se pide de un gobierno es que piense en el futuro y
lo anticipe. Una escuela que se empezó a edificar a finales del siglo XIX y que
llegó tarde a nuestro país. Hoy hemos conseguido más de lo que esperábamos y se
debería continuar trabajando en nuevas alternativas: participación comunitaria,
nuevas tecnologías, formación, otras estructuras, formas distintas de ver el
conocimiento… Pero, al contrario, en lugar de construir esa escuela del siglo
XXI, volvemos hacia el pasado. Impera una determinada ideología y se nos impone.
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