dimecres, 31 de gener del 2018



Qué hay detrás ideológicamente de la Ley de mejora de la cal(am)idad educativa (LOMCE).


Al margen del debate sobre todos los  cambios que introduce la LOMCE,  lo más importante no es el detalle sino la globalidad. El detalle es consecuencia de esa globalidad que encierra un determinado modelo ideológico, la modernización conservadora fruto de un conjunto de diversas ideologías. Y hace que la LOMCE tenga una determinada forma de ver la realidad social y la educación.
Antes de comentar los rasgos definitorios de ese modelo ideológico es necesario decir que cuando menudean tantas datos como: encuestas, los informes, muchos  (a veces mayoría y a veces otros) de los países, etc., acostumbran a  ir acompañadas de un diagnóstico que asevera que todo eso es cierto. Y el diagnóstico es elemental y partidista. No es suficiente manejar algunas encuestas e  informes. Parece que viene a decir: La generalización de lo que yo pienso es únicamente achacable a la prepotencia y al desprecio de todo aquel que no piensa como yo.

Esa falta de rigurosidad es una de las características más notables de las propuestas de la Ley. Utiliza datos e informes para introducirse en una determinada forma de ver la enseñanza de este país y condicionarla durante algunos años.

En la Ley aparece una visión conservadora de un contexto cierto e igual para todos y un currículum único o cerrado que lógicamente lleva una propuesta como: Pruebas, repetición, autoridad, olvido de las artes, itinerarios, desconfianza en el profesorado, el conocimiento que sirve únicamente para la empleabilidad, etc.

Es una gran miopía pensar que haciendo de la escuela otra vez un cuartel, los soldados se volverán disciplinados. No se quieren enterar de que es posible que las estructuras actuales de la organización educativa no sean las adecuadas (horarios, paredes, departamentos, tutorías, cargos…) y que en lugar de reforzarlas a imagen y semejanza del pasado (materias instrumentales, segregaciones, reválidas…), basándose en la autoridad y el esfuerzo, debería plantearse un cambio paulatino de estas estructuras para construir la escuela del futuro (de esa sociedad del conocimiento). Su ideología se lo impide.

Lo peor de esta Ley es que no construye la escuela del futuro, sino que recupera la mala escuela del pasado. Lo que se pide de un gobierno es que piense en el futuro y lo anticipe. Una escuela que se empezó a edificar a finales del siglo XIX y que llegó tarde a nuestro país. Hoy hemos conseguido más de lo que esperábamos y se debería continuar trabajando en nuevas alternativas: participación comunitaria, nuevas tecnologías, formación, otras estructuras, formas distintas de ver el conocimiento… Pero, al contrario, en lugar de construir esa escuela del siglo XXI, volvemos hacia el pasado. Impera una determinada ideología y se nos impone.

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